Un paseo por la historia del palacio árabe más al norte del mundo 
Redacción: Marta García
En Zaragoza tenemos una de las fortalezas de origen musulmán mejor conservadas de España. Se trata del Palacio de la Aljafería, uno de los edificios más bellos que ha llegado hasta nuestros días. Pertenece a la época del Reino de los Taifas, cuando todo el territorio español fue repartido bajo el dominio de los monarcas musulmanes.
El actual Palacio de la Aljafería comenzó su trayectoria artística siendo un alcázar islámico, pasando por un palacio mudéjar, una cárcel, un cuartel militar hasta convertirse, desde 1987, en la sede de las Cortes de Aragón.
El Palacio de la Aljafería está considerado como una de las cimas del arte hispanomusulmán, junto con la Alhambra de Granada y la Mezquita de Córdoba. Y es el palacio islámico situado más al norte de Europa, además de ser el más lujoso y mejor conservado de la época de Taifas.
En 2001, la UNESCO lo declaró Patrimonio de la Humanidad el arte mudéjar de Aragón, destacando que el palacio de la Aljafería es uno de sus monumentos más representativos.
El Palacio de la Aljafería fue construido a mediados del siglo XI, por orden de Al-Muqtadir, rey de la Taifa de Zaragoza. Es curioso que el Cid por aquel entonces trabajara para los reyes de la Taifa de Zaragoza deteniendo el avance de cristianos. Además de ser el palacio árabe más al norte del mundo, es el único edificio de la época taifal que queda en la península Ibérica. De esta época queda la mayoría de la parte interior, el patio de Santa Isabel, las estancias del lado norte y sur, el salón dorado, la mezquita, el oratorio y el pórtico de entrada.
Tras la conquista de Zaragoza por Alfonso I en 1118 La Aljafería se habilitó como palacio residencial, pero no se realizaron demasiadas modificaciones hasta el reinado de Pedro IV en el siglo XIV. Durante toda esta época tenía importancia como residencia de los reyes aragoneses en Zaragoza, y también tenía un papel importante por ser el punto de inicio en el camino hacia la Seo. Se realizaron algunas reformas (en estilo mudejar), pero fueron muy respetuosos con lo que se había construido.
Los Reyes Católicos encargaron a finales del siglo XV que se ampliaran las estancias con un piso más. A pesar de que fue una obra bastante considerable, se siguieron respetando bastante la imagen. De esta época es la descomunal escalera que da acceso a la planta, y también el salón del trono.
Lo que había sido en el pasado un sitio feliz y tranquilo para los reyes pasó a usarse después como sede del Tribunal del Santo Oficio y se empleó la Torre del Trovador como cárcel. A finales del siglo XVI, Antonio Peréz, secretario de cámara y del Consejo de Estado de Felipe II, fue encerrado en las cárceles de la Aljafería. Este hecho provocó una gran revuelta y acudieron a liberarlo, obteniendo como resultado un justicia ajusticiado, el cambio de los fueros y una estatua en Plaza Aragón. Por todo esto, Felipe II pensó que sería buena idea remodelar el Palacio de la Aljafería como cuartel. En esta reforma se fortificó con muros almenados y torres en las esquinas, y se hizo el foso.

Cuando era un cuartel empezó a ser utilizado como tal. En la Guerra de Sucesión fue utilizado como residencia de soldados franceses partidarios de los Borbones. Con el levantamiento, al ser el cuartel de la ciudad, la población se dirigió a la Aljafería para coger armas y preparar la defensa del primer sitio. Durante esta guerra sufrió muchos daños, al igual que toda la ciudad, pero igual que otros edificios de la ciudad quedaron destrozados, este todavía se libró bastante.
A finales del siglo XIX el edificio pasó a ser propiedad del Ministerio de Guerra y su deterioro se aceleró bastante. Sin embargo, en 1984 fue designado como la sede de las Cortes de Aragón, y se comenzó entonces la restauración que podemos ver a día de hoy.
Una curiosidad sobre la ciudad de Zaragoza que seguramente mucha gente desconozca es que una de las historias de amor más conocidas a nivel mundial, como es la trama de la ópera Il Trovatore de Giuseppe Verdi, transcurre en una de las torres del palacio de La Aljafería. Verdi se basó en la obra El Trovador de Antonio García Gutierrez, para escribir el libreto de su ópera. Lo curioso es que la torre se llama así por la obra, y no la obra por la torre.
Esta emblemática construcción cuenta con diversos espacios que dejan completamente cautivados a sus visitantes. Uno de ellos es el Patio de Santa Isabel, en honor a la infanta Isabel de Aragón, el cual destaca por ser un espacio abierto y ajardinado que unificaba en un principio el palacio taifal. Algunas de las cosas que más sorprenden de este patio es el olor de los naranjos, las preciosas flores y esculturas, el sonido del agua de las fuentes…

Otros de los lugares más distinguidos es el Salón del Trono, considerado como la joya del Palacio. Fue construido por los reyes católicos como símbolo de poder y grandeza. Se trata de una formidable estancia con techos altos de madera dorada y suelos de mármol.
Una curiosidad que quizás mucha gente también desconozca es que en el palacio de la Aljafería había leones. Los reyes tenían leones como animal de compañía, y hay documentos que lo aseguran. Cuando uno fallecía lo sustituían por otro. Eso sí, los leones estaban en los fosos del Palacio.
Es conocido por todos que Aragón es tierra de leones, y prueba de ello es que en la decoración se pueden encontrar dragones escondidos en escudos. Otra cosa que podemos encontrarnos son las firmas y dibujos de los encarcelados durante los 200 años que funcionó como cárcel.
Por último, podemos destacar como curiosidad que los fosos y jardines que rodean al palacio fueron construidos cuando el Palacio se convirtió en fortaleza militar en 1593, para evitar la entrada al Palacio.
Si quieres descubrir todas estas curiosidades más de cerca, solo tienes que hacer una visita al Palacio de la Aljafería. Allí podrás descubrir todos los secretos que ha ido acumulando este edificio durante sus más de mil años de historia.
